En Mutualidad Caminos nos gusta realizar un repaso a la historia de nuestra profesión: la ingeniería de Caminos. Como todos sabéis, nuestra nomenclatura oficial es ingeniero de Caminos, Canales y Puertos. Pero, durante varios años, también fuimos de faros. ¿Lo sabías?
Gracias a la documentación que aporta nuestro compañero Fernando Sáenz Ridruejo, podemos saber que en el año 1847, en España se llevó a cabo el Plan de Alumbrado Marítimo de las Costas y Puertos de España en 1847, por el que se construyeron 105 faros.
Para formar a los técnicos que iban a realizar esa tarea se instituyeron las Escuelas Prácticas de Faros. La primera Escuela Práctica de Faros estuvo instalada en la Torre de Hércules, en La Coruña. Fue fundada en 1850 por el director de la Comisión de Faros Juan Subercase, quien, tras profesar en Cádiz y haber dirigido el Establecimiento Científico-Artístico de Alcoy y la Escuela de Caminos en Madrid, mantenía una verdadera pasión por la enseñanza. La ubicación buscada se había decidido por Real Orden de 18 de octubre de 1849 y respondía al enorme prestigio de la Torre que, tras su reconstrucción en el siglo XVIII, era el faro más antiguo que se conservaba en servicio en España y tal vez en el mundo.
Durante los siguientes años, y especialmente a partir de 1851, se desplegó tal actividad en la construcción de estas infraestructuras que Jesús Ángel Sánchez lo ha denominado como ‘el lustro de los faros’. Como consecuencia de esta dedicación, la titulación de los ingenieros de caminos adquirió un cuarto elemento: durante cierto tiempo pasaron a ser ‘de Caminos, Canales, Puertos y Faros’. Pero, como podéis imaginar, un título tan largo cayó pronto en desuso. De hecho, no consta cuándo se estableció oficialmente, ni si oficialmente se decretó su eliminación.