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Rafael Benjumea y Burín, conocido como el Conde de Guadalhorce, es una figura emblemática en la historia de la ingeniería civil española. Nacido en Sevilla el 23 de julio de 1876, su vida estuvo marcada por importantes contribuciones en el campo de la ingeniería y por su participación activa en la política española durante una época convulsa. 

Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, contrajo matrimonio en 1901 con Isabel Heredia Loring, perteneciente a una de las familias más influyentes de Málaga. Tras su boda, se trasladó a esta ciudad, donde inició una prolífica carrera profesional centrada en los aprovechamientos hidroeléctricos. 

 En 1903, Benjumea participó en la constitución de la Sociedad Hidroeléctrica del Chorro. Dos años más tarde, puso en marcha una central hidroeléctrica en el río Guadalhorce y, posteriormente, impulsó la construcción del pantano del Chorro sobre el mismo cauce fluvial. Esta obra de ingeniería no solo fue crucial para el desarrollo energético de la región, sino que también le valió el título de Conde de Guadalhorce, otorgado por el Rey Alfonso XIII el 12 de septiembre de 1921. De todo esto ya hablamos en el blog de Mutualidad, en una entrada que puedes leer en este enlace.  

Benjumea ocupó diversos cargos públicos, entre ellos, el de Jefe del Somatén de Málaga, y fue miembro del partido Unión Patriótica. En abril de 1925, se unió al Consejo de Administración del periódico La Nación. 

 El 3 de diciembre de 1925, Benjumea fue nombrado ministro de Fomento en el primer gabinete civil de la dictadura de Primo de Rivera. Durante su mandato, implementó tres grandes proyectos: el Circuito Nacional de Firmes Especiales, las Confederaciones Sindicales Hidrográficas, y el Plan Preferente de Ferrocarriles de Urgente Construcción (conocido popularmente como «Plan Guadalhorce»). Aunque sus iniciativas en carreteras y obras hidráulicas fueron exitosas, su plan ferroviario no tuvo el mismo éxito y muchas de las líneas proyectadas no se concluyeron. De una de ellas, la que une Cuenca con Utiel, ya hemos hablado en el blog, puedes revisar la entrada en este enlace (cuando esté subida la noticia al blog).  

 Tras la caída del régimen de Primo de Rivera en 1930, Benjumea dimitió junto con el resto del gabinete. Posteriormente, intentó continuar su carrera política fundando la Unión Monárquica Nacional, pero tras el fracaso electoral y la proclamación de la República en 1931, optó por exiliarse. Inicialmente se trasladó a Francia y luego a Argentina, donde dirigió la construcción de las líneas C, D y E del Metro de Buenos Aires, un proyecto adjudicado a la Compañía Hispano Argentina de Obras Públicas y Finanzas (CHADOPyF). 

 Durante su exilio fue elegido diputado por Zaragoza en 1933. Pese a ello, decidió permanecer en Argentina hasta el final de la Guerra Civil española. 

De regreso a España, fue presidente de RENFE entre 1947 y 1952, mateniendo el cargo hasta su fallecimiento, acaecido el 27 de septiembre en el castillo de Santa Catalina de Málaga. Poco antes, el 20 de junio de 1951, había sido recibido como académico por la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, teniendo por título su discurso de ingreso “Proceso evolutivo del aprovechamiento de la riqueza hidráulica de España”. 

Su legado en la ingeniería española es notable, especialmente por su contribución a las infraestructuras hidroeléctricas y su visión para el desarrollo de carreteras y obras hidráulicas. Su impacto en la ingeniería civil perdura como un testimonio de su dedicación y capacidad innovadora.