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Los PPSE, o Planes de Previsión Social Empresarial, son una herramienta de previsión en el ámbito de la empresa. Es el equivalente a los Planes de Pensiones de Empleo, pero basados en un seguro.

Debes saber que, en los PPSE, el tomador es la empresa. Esta tiene el acuerdo con sus empleados, que son los asegurados. Por tanto, la iniciativa de contratación parte de la empresa y normalmente se instrumentaliza con aportaciones de la propia empresa, aunque permite también aportaciones de los trabajadores.

¿Qué puede llegar a cubrir?

Jubilación, fallecimiento, incapacidad permanente, dependencia severa y gran dependencia. También se puede cobrar la prestación por desempleo de larga duración o enfermedad grave.

Principios básicos de los PPSE

  • No discriminación. Deben implantarse garantizando el acceso a todos los trabajadores, si bien éstos pueden renunciar expresamente a su inclusión. Pueden establecerse distintos niveles de aportación en función de la categoría profesional, antigüedad, centro de trabajo, etc.
  • Capitalización. Las aportaciones se acumulan de forma individual para cada trabajador aplicando la técnica actuarial y estando garantizados los capitales al vencimiento.
  • Irrevocabilidad de las aportaciones. La empresa no puede recuperar las aportaciones una vez realizadas.
  • Atribución de derechos. Desde el primer momento las aportaciones generan derechos a favor del trabajador con sus correspondientes coberturas y garantías.

En todos estos puntos, los PPSE coinciden con el Plan de Pensiones de Empleo, pero existe una gran diferencia en cuánto al rendimiento. Mientras que, en los primeros, la rentabilidad es variable, en los PPSE no hay riesgo de perder capital y la rentabilidad está garantizada con un interés mínimo asegurado.

Fiscalidad favorable para el trabajador y la empresa

Si el trabajador desea realizar una aportación, esta se reduce de la base imponible del IRPF y, posteriormente, en el momento de cobrar la prestación, las cuantías percibidas tributarán como rendimientos del trabajo, de la misma forma que los planes de pensiones.

Para la empresa supone una excelente manera de fidelizar a su empleado y, además, obtiene bonificaciones fiscales. A diferencia del salario en efectivo, no tiene que aplicar ninguna retención y abonar la misma a Hacienda. Sí supone, por supuesto, un gasto de personal como el resto del salario y como tal se descuenta en el pago al Impuesto de Sociedades. Al considerarse un salario en especie para el trabajador, las aportaciones efectuadas a favor de trabajadores por cuenta ajena están sujetas a cotizaciones de la Seguridad Social.

En definitiva, se trata de un producto con importantes ventajas. Y no solo para el trabajador, que le sirve para realizar una previsión de cara a su futura jubilación, sino también para la empresa, ya que supone un importante ahorro en costes fiscales y una forma de beneficio social para sus empleados.