Skip to main content

Un día como hoy, 5 de marzo de 1881, nació en Madrid uno de los ingenieros más destacados de la historia de la ingeniería hidráulica española: Manuel Lorenzo Pardo 

Destacó por sus importantes obras que marcaron un hito en la gestión del agua de nuestro país. Desde sus primeros años, demostró una inclinación hacia las matemáticas y las ciencias exactas, lo que lo llevó a seguir la carrera de Ingeniería a pesar de las expectativas familiares relacionadas con la medicina. 

Su formación en la Escuela Especial de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos sentó las bases de su brillante carrera. Tras completar sus estudios en 1903, Lorenzo Pardo se embarcó en una serie de empleos temporales, ganando experiencia en diferentes áreas de la ingeniería hidráulica. Pasó un año al lado de Leonardo Torres Quevedo, director del Centro de Ensayos Aeronáuticos y por el que sentía un gran aprecio. 

Su dedicación y minuciosidad pronto llamaron la atención, y en 1906 se unió a la División Hidráulica del Ebro, donde comenzaría a dejar su huella en proyectos importantes contemplados en el Plan Gasset (Plan de Pantanos y Canales de 1902) 

Sin embargo, su visión trascendía lo meramente técnico. Lorenzo entendía que la planificación era crucial para el éxito de cualquier proyecto hidráulico. Esta convicción lo llevó a desafiar las políticas de obras aisladas y a abogar por una gestión coordinada de los recursos hídricos en toda la cuenca del Ebro. 

Tras un apostolado que duró varios años, encontró en Rafael Benjumea (también Ingeniero de Caminos, Ministro de Fomento 1925-1930 y nombrado I Conde de Guadalhorce en 1921) un aliado en esta visión innovadora y adelantada a su época de las obras hidráulicas y la gestión de los usos del agua.  

Así, el 5 de marzo de 1926, coincidiendo con el 45 cumpleaños de Manuel Lorenzo se aprobaban 2 reales decretos: uno, de carácter general, sentaba las bases para la creación de las Confederaciones Sindicales Hidrográficas en todas las cuencas en que las fuerzas vivas lo solicitasen, en el otro se creaba ya la del Ebro, que tendría un carácter pionero. 

Lorenzo Pardo fue nombrado inmediatamente Director Técnico de la recién creada Confederación Sindical Hidrográfica de la cuenca del Ebro. 

Bajo su dirección, este organismo se convirtió en un modelo de eficiencia y planificación, impulsando proyectos innovadores como el embalse del Ebro, que transformaron la infraestructura hidráulica del país. 

Pero el camino de Lorenzo Pardo no estuvo exento de obstáculos. Enfrentó la oposición política y los desafíos financieros, especialmente durante la crisis económica y la transición política en España. A pesar de ello, su dedicación y compromiso nunca flaquearon. 

Al inicio de la II República Española, Lorenzo Pardo fue cesado al frente de la Confederación y en 1932 fue llamado por el Ministro Indalecio Prieto para que redactara lo que sería el Plan Nacional de Obras Hidráulicas (1933), para lo que se creó el Centro de Estudios Hidrográficos, al frente de cuya jefatura se situó también a Lorenzo Pardo.  

Fue diputado en Cortes en dos periodos: 1927-1930 como miembro de la Asamblea Nacional dentro del grupo de «representantes de actividades de la vida nacional», 1933-1936 como diputado de la circunscripción de Las Palmas por el Partido Radical. 

Tras la Guerra Civil, se aprobó el Plan General de Obras Públicas cuyo tomo dedicado a Obras Hidráulicas aprovechaba casi todos los elementos de su Plan de 1933. 

En 1942 pasó al Consejo de Obras Públicas, del que fue Presidente desde 1948 hasta 1951, jubilándose a los 70 años. Falleció en el verano de 1953 en Fuenterrabía-Hondarribia. 

 

El legado de Manuel Lorenzo Pardo perdura hasta nuestros días. Su enfoque y visión en la gestión del agua continúa siendo relevante en un mundo donde la sostenibilidad y la eficiencia son cada vez más importantes. Hoy, su nombre es sinónimo de excelencia en ingeniería hidráulica, y su obra sigue siendo una inspiración para las generaciones futuras de ingenieros de caminos.