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Un ejemplo fascinante de la ingeniería romana es el Puente Romano de Alconétar. Situado en la provincia de Cáceres, este puente, aunque poco conocido, fue una pieza fundamental en las comunicaciones de la Vía de la Plata, permitiendo el cruce del río Tajo.

El Puente Romano de Alconétar se encuentra junto a la N-630, en la orilla derecha del Tajo. Los restos del puente son visibles junto al embalse de Alcántara, especialmente durante la época de estiaje, cuando el nivel del agua es más bajo.

Este puente, también conocido como Puente de Mantible, era una estructura impresionante en su época. Con una longitud de 290 metros y entre 16 y 19 arcos, fue el puente más largo de la Vía de la Plata. Su anchura de 6,60 metros permitía el paso simultáneo de dos carros, una característica crucial para el comercio y el transporte militar. 

Los pilares del puente tenían un grosor medio de 4,25 metros y alcanzaban una altura máxima de 12,50 metros. La construcción del puente utilizó sillares almohadillados en las caras visibles, mientras que su interior se realizó con opus caementicium, una forma de hormigón romano conocido por su durabilidad. Los arcos del puente, en su mayoría escarzanos, presentaban una curvatura que aumentaba hacia los vanos centrales, proporcionando mayor estabilidad y resistencia. 

Aunque no se dispone de documentación precisa sobre la construcción del puente, se cree que fue edificado en el siglo II d.C., durante el reinado de los emperadores Trajano o Adriano. Sin embargo, algunos estudiosos sitúan su construcción en el 95 a.C. A lo largo de los siglos, el puente sufrió las guerras y el paso del tiempo, especialmente durante la Reconquista, cuando el río Tajo marcaba la frontera entre cristianos y musulmanes. 

 En el siglo XIII, el puente todavía estaba en uso, posiblemente reparado por los Caballeros Templarios que dominaban la región. No obstante, a mediados del siglo XIV, ya se encontraba en ruinas, con parte de su estructura utilizada para construir la “Torre de Floripes”, ahora sumergida bajo las aguas del embalse. 

Durante la Edad Moderna, hubo varios intentos de reconstruir el puente por parte de arquitectos renombrados como Gil de Hontañón y Alonso de Covarrubias. Sin embargo, estos proyectos no pasaron de la fase de planos. En el siglo XVIII, otro intento de reconstrucción dirigido por Fernando Rodríguez en 1797 también fracasó. 

 En 1970, debido a la construcción del embalse de Alcántara, el puente fue trasladado a su ubicación actual, seis kilómetros río arriba. Este traslado salvó al puente de ser sumergido, aunque muchos otros restos arqueológicos y pueblos no corrieron la misma suerte, resultando en la pérdida de valiosos tesoros históricos y culturales.

Hoy en día, solo se conservan cuatro de los arcos del Puente de Alconétar y restos de más de cinco de sus pilares. Aunque no en su ubicación original, el puente sigue siendo un testimonio de la grandeza de la ingeniería romana.