Hoy conmemoramos el nacimiento de una figura icónica en nuestra profesión: Juan de la Cierva, el genial inventor del autogiro. Además, este año estamos festejando el centenario de su primer vuelo, un hito histórico que revolucionó la aviación y marcó un antes y un después en la ingeniería aeronáutica.
De la Cierva se interesa por la aviación desde bien pequeño. Con solo 15 años presencia el primer vuelo realizado en Madrid y, dos años después, construye junto a dos amigos un avión biplano. Ingresa en la Escuela de Ingeniería de Caminos y al finalizar los estudios, en el año 1919, es elegido diputado en las Cortes. Ese mismo año, el biplano trimotor que había diseñado sufrió un accidente, y dirige sus esfuerzos en mejorar la seguridad del vuelo, ideando una forma diferente de volar.
Fue en sus manos creativas y visionarias donde surgió la brillante idea de crear un nuevo tipo de aeronave: el autogiro. Este invento contaba con una pequeña hélice delantera y un motor que lo hacía despegar. En vuelo, las palas giratorias se desconectaban del motor y giraban por efecto del viento, lo que le permitía mantenerse en el aire, aterrizar en vertical y, en caso de que el motor fallase, servir de paracaídas.
Su concepto revolucionario permitió que las aeronaves pudieran despegar y aterrizar en espacios reducidos y, lo que es aún más asombroso, sin la necesidad de una pista de aterrizaje. De la Cierva registró la patente del autogiro en 1920. El autogiro es el precursor del helicóptero siendo el también Ingeniero de Caminos, Federico Cantero Villamil, el diseñador de uno de las primeras aeronaves merecedoras de ese nombre, sino la primera: la Libélula española o Libélula Viblandi, pero de eso hablaremos en otro momento.
Este año, mientras celebramos el centenario del primer vuelo en un autogiro, recordamos la audacia y perseverancia de este ingeniero. Su pasión por la ingeniería y la aviación le llevó a superar numerosos desafíos y a seguir adelante con su visión, a pesar de los obstáculos que se presentaron en su camino.
Para nosotros, esta celebración es una oportunidad para reflexionar sobre el poder de la creatividad y la innovación en nuestra profesión. La historia de Juan de la Cierva nos recuerda que a veces las mejores soluciones surgen de ideas que desafían lo convencional y que es esencial mantener el espíritu de investigación y mejora continua.
Juan de la Cierva dejó un legado que sigue inspirando a generaciones de ingenieros. Hoy, en su aniversario, renovamos nuestro compromiso con la excelencia en la ingeniería y la búsqueda de soluciones que impacten positivamente en la sociedad.