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Cada 21 de septiembre se celebra el Día Mundial del Alzheimer, una de las enfermedades asociadas al envejecimiento que más miedo nos dan. Por eso en el Blog de Mutualidad Caminos queremos hacernos eco de la necesidad de cuidarnos para prevenirlo. Aunque tenga un factor genético, sabemos que hay factores que contribuyen a tener mayor riesgo de padecer esta enfermedad degenerativa.

En 2020, murieron de Alzheimer más de 15.000 personas en España. La enfermedad suele diagnosticarse a partir de los 65 años.

La edad y la genética son factores determinantes sobre los que no podemos intervenir por el momento. Sin embargo, hay otros factores que pueden influir en el desarrollo de la enfermedad y que sí están en nuestra mano.

Al final, no se trata sólo de envejecer y vivir años, sino de disfrutarlos. No podemos ser ajenos a ello. No podemos abandonar al cuerpo y a la mente a su suerte por el simple hecho de hacernos mayores.

Hemos consultado varias fuentes expertas y hemos extraído estas recomendaciones:

Elimina riesgos cardiovasculares

Hay múltiples estudios que relacionan la salud cardiovascular con la salud cerebral. Así que debemos controlar los factores de riesgo cardiovascular, además de por el corazón, por el cerebro. Lo que es bueno para uno es bueno para el otro.

Controla lo siguiente:

– La diabetes

– El colesterol

– El sobrepeso.

– La hipertensión.

Y no fumes.

Cuida tu dieta

Ya sabes, come sano y variado. Ten en cuenta que hay alimentos especialmente saludables como las legumbres, la fruta y los frutos secos, las verduras, el pescado, los alimentos ricos en Omega 3, el aceite de oliva virgen extra…

Intenta eliminar los productos con harinas refinadas y optar por los integrales. Reduce el azúcar, la sal y los alimentos procesados. Y si eres capaz, suprime todo eso sin contemplaciones. Contente con el café (más aún si eres hipertenso) y reduce la ingesta de alcohol a lo mínimo (como mucho, una copita de vino al día porque los estudios dicen que no es del todo malo).

Actividad física

El ejercicio tiene que estar integrado en nuestra vida cotidiana. Siempre de acuerdo a la edad y a la condición física que tengamos.

El baile es perfecto porque, además de mantenernos en forma física, también nos mantiene en forma mentalmente. Con él se ejercita la memoria, la coordinación, la escucha atenta de la música, el sentido del ritmo, la búsqueda del equilibrio en movimiento… Todos son ejercicios magníficos para mantenernos jóvenes por fuera y por dentro. Eso por no hablar del bienestar y el optimismo que nos proporciona la liberación de endorfinas…

Puede que el baile nunca haya sido lo tuyo, pero sí estés más familiarizado con otras actividades físicas. Adelante con ellas. Y si no, ya sabemos lo saludable que es caminar una hora diaria a paso ligero.

Mente activa y nada acomodada

Realiza actividades intelectuales como leer y escribir. También puedes ejercitar la mente con juegos de estrategia, como el ajedrez y tantos otros; o incluso haciendo crucigramas y jugando a las cartas.

Pero, sobre todo, no te acomodes y no dejes que la tecnología sustituya tu memoria. Esfuérzate por recordar cosas, márcate desafíos de memoria, búscate la vida para ir a lugares que hace tiempo que no vas, o prueba a ir a un sitio que frecuentes por caminos por los que no sueles ir (aunque te pierdas).

Desafíate y no te acomodes. Con la edad, la zona de confort puede hacerse cada vez más reducida y eso nos hace sentirnos más débiles e incapaces, además de inducirnos a usar nuestro cerebro cada vez para menos cosas.

Relaciones sociales

Precisamente la relación con otras personas de manera asidua nos obliga a salir de nuestra zona de confort y a mantener las conexiones neuronales activas. Mantener el contacto asiduo con nuestros familiares y amigos cercanos es fundamental, también para nuestro bienestar emocional. Conocer gente nueva, buscar puntos de conexión, ser sociable, escuchar y sostener una conversación es un ejercicio de lo más saludable para nuestro cerebro. Da pereza, sí. Pero da muchos más beneficios.