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En 1942, en la provincia de Zamora se construyó el mayor viaducto de hormigón armado del mundo con un arco de 209 metros de luz teórica, permitiendo el paso ferroviario sobre el embalse de Ricobayo, en el cauce del río Esla. 

A pesar de la existencia de otros viaductos con arcos de dimensiones impresionantes en aquellos tiempos, como el de Riorgimento en Roma o el de Langwies en Suiza, el Viaducto Martín Gil destacó por su magnitud y su récord mundial en cuanto a la luz de su arco.  

Nombrado así en honor a D. Francisco Martín Gil, ingeniero de caminos y proyectista de construcciones como los puentes de las carreteras de Peal a Villacarrillo y de Posadas a La Rambla, ambos sobre el Guadalquivir. Consolidó también el puente sobre el Ebro de la carretera de Briones a Peñacerrada, en La Rioja, y cimentó el del río Caudal, en Mieres. 

Martín Gil estaba destinado a ser el ejecutor de este viaducto, pero lamentablemente fallece repentinamente en abril de 1933, dejando el puente del Esla prácticamente huérfano.  

Una vez aprobado el proyecto, las obras comenzaron en octubre de 1934 con Eduardo Torroja como director de obra. 

El proceso de diseño y construcción del viaducto fue meticuloso y lleno de retos técnicos. Se realizaron varios proyectos y modificaciones antes de llegar a la solución final propuesta por D. Francisco Martín Gil y otros ingenieros de la época. 

La construcción se prolongó durante ocho años, viéndose retardada a causa de la Guerra Civil, culminando en noviembre de 1942 con la colocación de la barandilla y la limpieza de la obra.  

El coste total de la construcción ascendió a una cifra considerable, reflejando la dimensión y la importancia del proyecto.  

Hoy en día, el Viaducto Martín Gil sigue siendo un monumento a la ingeniería. Ingenieros y estudiantes de todo el mundo acuden a contemplar esta maravilla, admirando su imponente arco. Más allá de su función como estructura de transporte, el viaducto es un símbolo de la capacidad del ser humano para dejar una marca imborrable en el paisaje y la historia. Por su belleza y espectacularidad es uno de los puentes más fotografiados de España, tanto por los amantes de las estructuras, como por los forofos del ferrocarril.