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El Puente del Tercer Milenio, se erige como un símbolo emblemático de Zaragoza y un ejemplo destacado de la ingeniería contemporánea. Este puente, que conecta la ribera derecha e izquierda del río Ebro, no solo es una obra de infraestructura funcional, sino que también se ha convertido en un icono que realza el paisaje urbano de la ciudad. 

Según podemos leer en la web del propio Ayuntamiento de la capital aragonesa, la historia del puente es la siguiente: 

“En el marco de las obras de acondicionamiento del meandro de Ranillas para albergar la Exposición Internacional del Agua en 2008, se le encargó al ingeniero oscense Juan José Arenas de Pablo, la construcción de un puente que, al tiempo que sirviese de nexo entre los barrios de La Almozara y el de Actur-Rey Fernando, fuese uno de los accesos principales a la Exposición. 

El resultado fue este puente de arco atirantado por su tablero, con una estructura de 216 metros de luz, tablero de 270 metros y 43 metros de ancho. Posee seis carriles para los automóviles, dos de bicicletas y dos para peatones. Los paseos para los peatones están cubiertos por estructuras metálicas curvas acristaladas y protegen así a los viandantes de las inclemencias meteorológicas. 

El arco es muy esbelto y ancho, casi una cinta. Está construido en hormigón blanco de alta resistencia y alcanza una altura de 36 metros. Desde él, y mediante un entramado de 64 péndolas o cables de acero especial, se sustenta el tablero de la base. Un puente que está llamado a convertirse en una referencia internacional en la ingeniería de puentes por la calidad del diseño, por las dimensiones y por las innovaciones técnicas en materiales y sistemas constructivos. Es el mayor puente de arco en hormigón suspendido del mundo.” 

Desde su inauguración, el Puente del Tercer Milenio ha transformado la movilidad en Zaragoza. Esta nueva conexión entre las dos orillas del Ebro ha facilitado el acceso a importantes zonas urbanas y ha mejorado la circulación del tráfico. Además, el puente se ha convertido en un punto de encuentro para peatones y ciclistas, fomentando una mayor integración social y cultural. 

El puente también ha tenido un impacto positivo en el desarrollo urbano, impulsando proyectos de revitalización en las áreas circundantes. Paseos, parques y zonas recreativas han florecido gracias a la nueva conectividad, convirtiendo la ribera del Ebro en un lugar más atractivo para residentes y visitantes.