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El Puente de Brooklyn, inaugurado en 1883, es un símbolo histórico de Nueva York y una parte fundamental de la ciudad, ya que cruza el East River conectando Manhattan y Brooklyn, ciudades independientes hace décadas. Debido al auge demográfico de estas dos ciudades, en 1866 se aprobó la ley para su construcción.  

John A. Roebling, ingeniero de origen alemán, diseñó los planos y creó el cable mecánico: una auténtica innovación tecnológica. Al cabo de dos años, Roebling murió y tomó el mando su hijo Washington. 

Esta construcción se enfrentó a numerosos desafíos, entre ellos, la enfermedad del propio Washington Roebling. Debido a su dolencia, su puesto peligró por no poder acudir a la obra. 

Es aquí donde entra el importante papel de su esposa: Emily Warren, quien tomó las riendas de la situación y decidió ser el nexo entre la obra y su esposo. Aunque no se había formado en el campo de la ingeniería, Roebling le enseñó el comportamiento del acero y del resto de los materiales. Emily asistía todos los días iba a la obra y transmitía las órdenes de su marido durante los 13 años que duró la construcción. Supervisó de manera efectiva la construcción y participó en las reuniones con los trabajadores y encargados de la obra.  

La apertura exitosa del Puente de Brooklyn en 1883 se debe en parte a su gran trabajo y dedicación en una época, donde recordemos, el papel de la mujer era muy distinto al del mundo de hoy. El mismo senador Hewitt declaró: “An everlasting monument to the self-sacrificing devotion of woman”. (Un monumento eterno a la abnegada devoción de la mujer). Cuando terminó la obra le concedieron el honor de ser la primera persona en cruzarlo, en señal de respeto.  

Con una longitud de 1825 metros sobre el East River, el Puente de Brooklyn no solo fue una maravilla de la ingeniería de su tiempo, sino que también se convirtió en un icono cultural. Su estructura gótica, sus grandiosos arcos y los imponentes cables de acero lo han convertido en una de las imágenes más reconocidas de Nueva York, apareciendo en innumerables películas como Manhattan, Fiebre del Sábado Noche, Godzilla o Deep Impact , obras de arte y fotografías. 

El puente no solo facilitó el tránsito entre Manhattan y Brooklyn, sino que también impulsó el desarrollo económico y urbano de la región. Ha resistido el paso del tiempo, soportando diariamente el peso de miles de vehículos, peatones y ciclistas. 

Para los ingenieros de caminos, el Puente de Brooklyn es un recordatorio del poder de la innovación, la importancia de la perseverancia y la capacidad de la ingeniería para conectar no solo lugares, sino también personas y culturas.