Antonio Durán Tovar, Marqués de la Ribera del Sella, nació en Oviedo, Asturias, el 2 de noviembre de 1911, y falleció en Madrid el 5 de julio de 2012. Ingeniero de caminos y destacado profesional en el sector de la construcción, su trayectoria refleja su compromiso con el desarrollo de infraestructuras en España.
Hijo de Francisco Durán Walkinshaw, un ingeniero que desempeñó un papel crucial en la construcción del ferrocarril vasco-asturiano y en la División Hidráulica del Norte de España, Antonio siguió los pasos de su padre. Tras finalizar el bachillerato en el Instituto San Isidro de Madrid, ingresó en la Escuela de Caminos en 1928, donde se graduó en 1934. Durante sus años de estudiante, Durán destacó en el ámbito deportivo, manteniendo el récord nacional de lanzamiento de peso entre 1931 y 1935 y ganando el I Descenso del Sella en 1932 como piragüista.
En 1935, Durán fue nombrado ingeniero auxiliar del puerto de Cádiz. Sin embargo, su carrera se vio interrumpida por la Guerra Civil española, en la que fue movilizado y posteriormente condecorado. Al finalizar la contienda, regresó a su puesto en Cádiz y, en 1940, asumió la dirección del puerto de Santa María y del grupo Puertos de Cádiz, donde se le encargó la finalización de las obras del puerto de Tarifa, cruciales para la Segunda Guerra Mundial.
Después de su etapa en Tarifa, Durán se unió a Dragados y Construcciones, donde, entre 1946 y 1956, supervisó la construcción de presas y saltos hidroeléctricos en Galicia, incluyendo los de Guístolas y Almendra, la más alta de España. Su labor en esta empresa fue fundamental para el desarrollo de más de cien grandes presas.
En la década de 1950, Antonio Durán también destacó como director adjunto de Dragados, contribuyendo a la diversificación de la empresa hacia la edificación y la construcción de bases americanas en España. Además, fue presidente de La Constructora Benéfica, donde se construyeron más de 1.155 viviendas sociales en Madrid entre 1952 y 1972.
A partir de 1960, asumió el cargo de director general de Dragados, promoviendo la construcción de autopistas de peaje y la internacionalización de la empresa. Su liderazgo culminó en 1971 cuando fue nombrado presidente, cargo que mantuvo hasta su jubilación en 1993. Su filosofía de trabajo se reflejaba en su lema: “A Dios rogando y con el mazo dando”.
Antonio Durán Tovar recibió numerosos reconocimientos a lo largo de su vida, incluyendo el título de marqués de la Ribera del Sella en 2003 y la distinción como colegiado de honor del Colegio de Ingenieros de Caminos en 1994. Su legado perdura en las infraestructuras y en la memoria de la ingeniería española.