Skip to main content

El 6 de agosto de 1952 se inauguró de forma oficial el Pantano del Ebro, en una jornada que suponía el broche a un proyecto que se había gestado a lo largo de varias décadas como un reto técnico, social y político.  

El apostolado e impulso fundamental para esta gran obra corrió a cargo de Manuel Lorenzo Pardo, una placa colgada junto a la presa así lo atestigua.  

Al comienzo de la segunda década del siglo XX se empieza a trabajar seriamente en el proyecto de embalse de los ríos que confluyen inmediatamente al este de la localidad de Reinosa. En el Congreso de Riegos celebrado en Zaragoza en 1913, Lorenzo Pardo presenta una idea mejorada y ampliada respecto de su propia idea original y que daría lugar al primer hiperembalse del mundo (el primero concebido técnicamente para guardar agua de unos años para otros). 

A partir de dicha fecha se realizan publicaciones relativas al proyecto y entrevistas a Lorenzo Pardo explicando con detalle los pormenores de los trabajos a realizar, en un apostolado que duraría un largo periodo de tiempo. 

La Revista de Obras Públicas (ROP) publica en 1916 un texto dedicado al proyecto del pantano en el que Lorenzo Pardo indica que había trabajado 3 años. Igualmente en la ROP se publica en 1918 un texto más extenso sobre el proyecto. Ese mismo año sale a la luz el libro titulado “El Pantano del Ebro” en el que se explica con todo detalle e información gráfica el proyecto; lo escribe el propio Lorenzo Pardo y participan también personalidades notables de la época que apoyan la construcción de la presa. 

Se hablaba por entonces del embalse como el mayor de Europa, con sus 540 hm3 de capacidad. Sin embargo, esta circunstancia no llegaría a darse porque en 1919 se planteó otro embalse que quedaría finalizado en 1934 y que con sus 1.200 hm3 de capacidad sería el mayor de Europa, se trata del embalse de Ricobayo. 

En función de la fuente consultada las fechas varían, pero dando por válida la información de la web de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), el proyecto se aprobó en 1921, comenzando las obras en 1928 y prolongándose hasta 1949, entrando en servicio 4 años antes, en 1945, pasando a ocupar la segunda posición española en cuanto a capacidad hasta la segunda mitad de la década de 1950 en que pasaría a ocupar la quinta posición, con la inauguración de los embalses de Cíjara, Entrepeñas y Buendía 

Un cambio importante respecto a los bocetos originales, es que la presa finalmente se construyó de fábrica y no de materiales sueltos. Sí se mantuvieron sin embargo los sistemas principales de alivio y regulación fuera del cuerpo principal de presa, a la derecha del cauce del río, con una curiosa forma escalonada en su tramo final y que se conocen en el lugar como “los sifones”. Por otro lado, existe un desagüe de fondo bajo el propio dique de la presa, que está siendo objetivo de reparación y mejora justo en este año 2024.  

Es destacable, como indicaba el propio proyecto original, que se trata de un embalse extraordinariamente económico, por la pequeña entidad de la presa (sólo 34 metros de altura desde cimiento y 216 metros de longitud en coronación) para la cantidad de agua que se consigue embalsar.  

Por acabar esta breve reseña, podemos incluir algunos de los hitos que supone este embalse y que se recogen en la web de la CHE: 

  • Único elemento significativo de regulación situado en el propio eje del río Ebro hasta el embalse de Mequinenza. 
  • El caudal regulado sirve para la mejora de los antiguos regadíos existentes a lo largo del eje del Ebro, canales de Tauste e Imperial de Aragón, canal de Lodosa, pequeños regadíos y otros más modernos que se establecen con aguas derivadas del Ebro. 
  • Usuarios del embalse son igualmente, los diferentes aprovechamientos hidroeléctricos existentes en el río. 
  • Desde 1982 se explota el bitrasvase Ebro-Besaya, que relaciona la cuenca del Ebro con la del Cantábrico. 

En definitiva, el Pantano del Ebro significó la culminación de las ideas regeneracionistas, personificadas en los asuntos hidráulicos por Manuel Lorenzo Pardo, que supuso un antes y un después no sólo para Cantabria y Burgos y la cuenca del Ebro, sino para la concepción de las obras hidráulicas españolas del siglo XX.